Enrique Shaw: empresario, diálogo sindical y convivencia laboral
By Redacción Top Noticias Arg

Enrique Shaw: empresario, diálogo sindical y convivencia laboral

Enrique Shaw, el empresario argentino cuya beatificación fue recientemente promulgada, se destaca por una trayectoria que combina gestión empresarial, compromiso social y diálogo con los sindicatos. Su figura resurge en la agenda pública no sólo por el reconocimiento eclesiástico, sino por prácticas concretas que marcaron la convivencia laboral en la Cristalería Rigolleau.

Un episodio emblemático narra que, en sus últimos días, unos 260 trabajadores fueron a la clínica a donar sangre por iniciativa de la empresa; tras la donación, regresaron a sus puestos de trabajo. Gestos como ese simbolizan la relación de confianza que Shaw construyó con su plantilla, basada en la cercanía personal, la escucha y la coherencia entre discurso y acción.

Formado en Harvard y con paso por la Marina, Shaw aplicó criterios empresariales orientados a la productividad, pero siempre con una férrea preocupación por quienes trabajaban con él. Ante la decisión de tercerizar una carpintería que encarecía costos, Shaw optó por una solución innovadora: propició que los trabajadores conformaran una cooperativa, les facilitó un préstamo y acuerdos de exclusividad para proveer pallets y cajones a la fábrica. El resultado fue una reducción de costos para la empresa y una mejora en los ingresos y la condición de propietarios para los obreros.

Su visión del diálogo laboral se resumía en la idea de que los problemas empresariales deben resolverse por las partes interesadas, patrones y sindicatos, de común acuerdo. Shaw argumentaba que la ausencia de sindicatos favorece el intervencionismo estatal y amenaza tanto la libertad económica como la política. Esa postura, junto con su conducta cotidiana —recorrer plantas, interesarse por las familias de los empleados y mantener una conducta íntegra— generó confianza incluso entre dirigentes gremiales.

En lo personal, Shaw conciliaba una vida familiar intensa —recordado por la rutina de compartir la cena y despedir a sus nueve hijos— con una disciplina forjada en la Armada y una autoexigencia por trabajar su carácter. Su lectura de la productividad, inspirada en la parábola de los talentos, implicaba el deber de hacer fructificar los recursos humanos y empresariales.

El anuncio de su beatificación coincidió con una jornada de debate laboral en el país, lo que reavivó la relevancia de su legado en tiempos de tensión entre sectores empresariales y sindicales. Más allá del reconocimiento religioso, Shaw queda como un ejemplo práctico de prácticas empresarias que buscan equilibrio entre eficiencia, justicia laboral y diálogo social.

Su legado plantea interrogantes actuales: cómo articular productividad con justicia laboral, de qué manera las empresas pueden incorporar soluciones creativas para preservar empleo y cómo el liderazgo ético puede construir confianza en contextos de polarización. Para el empresariado y el mundo del trabajo, la historia de Shaw ofrece un modelo de convivencia posible entre empresa y sindicatos, centrado en la escucha, la responsabilidad social y la búsqueda de acuerdos.

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