Un informe privado revela que el consumo masivo perdió impulso en la segunda mitad del año tras un repunte durante el primer semestre. Entre enero y septiembre el crecimiento acumulado interanual fue de 1,5%, pero el último trimestre mostró una caída de 0,7% que desacelera la recuperación general. La dinámica del consumo refleja una doble presión: las visitas a los puntos de venta se redujeron 2,2% y el volumen de compra cayó 2,1% en el período, explicando el retroceso observado en la mayoría de las regiones.
El precio medio pagado entre julio y septiembre se incrementó 23,9% interanual, aunque esa suba se acompaña de un reordenamiento de precios y un mix de compra más selectivo por parte de los hogares. La presión financiera se intensifica: el porcentaje de compradores que declara llegar ajustado a fin de mes subió a 43%, frente al 29% observado a comienzos de año.
En cuanto al ánimo del consumidor, persiste la esperanza como sentimiento predominante (38%), el optimismo se reduce a 42% y un 22% de los encuestados espera estar en una peor situación dentro de un año. Estas percepciones se reflejan en el mix de gasto del tercer trimestre: aumenta la prioridad por productos esenciales como alimentos secos (+0,8%), lácteos (+0,5%) y cuidado personal (+1,9%), además de alimentos refrigerados.
Las categorías prescindibles y con fuertes subas de precio registran retrocesos, por ejemplo bebidas alcohólicas, que muestran caídas relevantes. Ante el escenario de precios ajustados, los consumidores intensifican la búsqueda de valor: las marcas del segmento más económico aumentaron su volumen de compra y las marcas propias de los comercios experimentaron un crecimiento aún mayor. Además, cerca del 39% del gasto se realiza mediante promociones, lo que confirma la alta sensibilidad al precio.
Pese a que la inflación desacelera y ciertos indicadores macro muestran alivio, la recuperación salarial es parcial y heterogénea: los hogares de ingresos medios y bajos siguen enfrentando pérdida de poder adquisitivo mientras los sectores de mayores ingresos comienzan a reorientar su gasto hacia viajes, autos y otros servicios. Las proyecciones para 2026 anticipan una recuperación moderada del consumo apoyada en mayor estabilidad inflacionaria, una mejora gradual de ingresos y estrategias de precios y surtidos más eficientes por parte del comercio.
Para el sector retail y de bienes de consumo masivo, el desafío es claro: ofrecer propuestas de valor concretas que justifiquen pagar más por marca, optimizar surtidos y promociones, y adaptarse a un consumidor más racional y sensible al precio que alterna entre canales, con un renovado protagonismo de los comercios de cercanía en la rutina de compra.





