El economista Christian Buteler analiza un año económico complejo en el que el gobierno logró un aterrizaje suave, pero mantiene múltiples retos estructurales. Tras un rebotede la actividad a fines de 2024, la economía perdió impulso a inicio de 2025: la volatilidad cambiaria obligó al Ejecutivo a modificar el régimen de bandas y a solicitar apoyo externo. El ingreso de dólares desde el Tesoro estadounidense —que Buteler califica como un rescate pese a la negación oficial— fue determinante para sostener las bandas; sin ese apoyo las reservas netas del Banco Central, negativas, no habrían resistido la presión sobre el tipo de cambio.
Buteler destaca que el principal logro del gobierno fue preservar el equilibrio fiscal, una condición clave para evitar financiamiento vía emisión que derive en más inflación. Sin embargo, la inflación no evolucionó como esperaba el oficialismo: tras tocar un piso de 1,5% en mayo, se aceleró en cinco de los seis meses siguientes y cerró noviembre en 2,5%. El anuncio de recomposición de reservas buscó generar expectativas positivas y tuvo efecto inmediato en la suba de bonos y la caída del riesgo país por debajo de 600 puntos, aunque la compra de dólares se instrumentó con condiciones vinculadas al crecimiento de la demanda de dinero y la profundidad del mercado cambiario.
En materia monetaria, decisiones como el desarme de LELIQs y cambios en encajes generaron mayor volatilidad en el mercado de pesos. Además, la estrategia de no acumular reservas durante la liquidación agropecuaria, priorizando la meta de desinflación, dejó oferta de dólares en el mercado y redujo margen de maniobra para el Banco Central.
El calendario de deuda para 2026 preocupa: vencimientos en enero, junio y obligaciones con organismos internacionales obligaron a recurrir a ampliaciones de crédito del FMI y a operaciones tipo repo bancario para cumplir. Buteler señala que Argentina, sin acceso pleno a los mercados internacionales, debe recomponer reservas para reducir riesgo país y volver a abrir el crédito externo en mejores condiciones.
En cuanto a la actividad real, los datos agregados del tercer trimestre no muestran una caída, pero la composición es desigual: industria, comercio y construcción siguen por debajo de los niveles previos a la crisis de marzo de 2023, y el empleo privado cayó en 158.000 puestos entre noviembre de 2023 y septiembre de 2025. Si bien sectores como petróleo, gas, minería y agro muestran fortaleza, la recuperación no alcanza a los sectores que más mano de obra generan.
Buteler advierte que la velocidad de las reaperturas y las bajas impositivas para la industria no están coordinadas, lo que puede profundizar la debilidad de la actividad real en 2026. Entre las prioridades que enumera para mejorar el cuadro macroeconómico están: sostener el equilibrio fiscal en el presupuesto, recomponer reservas genuinas (no mediante más crédito de emergencia), restaurar el orden monetario y moderar las fluctuaciones cambiarias; además, reclama inversión en infraestructura y obra pública para que el ajuste no se haga únicamente recortando gasto.
En síntesis, el gobierno logró estabilizar variables clave y ganó tiempo tras las elecciones, pero la consolidación del programa exigirá demostrar compras sostenidas de reservas, un sendero claro para la inflación, y soluciones para la deuda y el empleo. Sin esos avances, 2026 seguirá presentando incertidumbres en la economía real a pesar del aterrizaje financiero conseguido este año.






